Dra. Verónica García Maldonado
La adolescencia es una etapa de la vida que en si misma constituye una sucesión de cambios que representan un reto para la persona, cuando a estos eventos de la vida tanto internos como interpersonales se agrega la complejidad de la muerte, ya sea la propia muerte ante un diagnóstico terminal o la muerte de un ser querido son muchas las reacciones propias del adolescente por lo que se requiere un conocimiento específico de los procesos de duelo en esta etapa de la vida para llevar a cabo intervenciones tanatológicas acertadas.
Es un hecho que el adolescente que enfrenta la propia muerte o la de un ser querido se siente diferente a los demás chicos, experimenta su pérdida como algo que lo estigmatiza dentro del grupo y de alguna manera ya no lo hace parte del mismo, se siente excluido por ser diferente de los demás, difícil entonces satisfacer la necesidad de pertenencia que es primordial en el adolescente quien busca identificarse y pertenecer a un grupo social.
El adolescente tiene además la necesidad de experimentar autosuficiencia, independencia especialmente de los padres y mostrarse invulnerable, la expresión del dolor se hace muy difícil, no quiere mostrarse débil. Dentro de los procesos de desarrollo del pensamiento surge en esta etapa la abstracción, se cuestiona entonces de manera normal el sentido de la vida, cuestionamientos que se complican cuando se está ante la muerte, como dar sentido al dolor si apenas se buscaba sentido a la vida. Estos dos factores previos, tanto la dificultad para expresar dolor como el cuestionamiento de sentido hacen que al adolescente en duelo o ante su proceso de muerte sea más probable verlo enojado francamente rabioso que triste, es más factible escuchar la puerta de su habitación azotarse antes que escucharlo pedir ayuda.
Por el momento que atraviesa el adolescente es más factible que su cercanía emocional esté dirigida hacia a sus amigos, es muy posible que se encuentre en una etapa de alejamiento emocional de los padres y otros adultos significativos, recibir ayuda entonces se complica, ya que los adultos muchas ocasiones no saben lo que le sucede al adolescente y los amigos no saben como ayudarlo. Este alejamiento físico y emocional de los padres se complica cuando sucede la muerte de uno de los padres y deja una gran culpa en el chico.
Aunado a lo ya mencionado la adolescencia es una etapa de la vida que recibe poca atención a las necesidades físicas y emocionales, tanto de parte de los sistemas de salud como de la sociedad en general, ¿Quién atiende la salud de un adolescente, en que unidad se hospitaliza un adolescente enfermo, en una unidad de pediatría entre niños pequeños, en una unidad de adultos? ¿Quién le pregunta cómo se siente o qué piensa?, sin dejar de lado que desde la interpretación de
muchos adultos en la naturaleza del adolescente está el ser molesto para los demás.
¿Cómo acercarse entonces a un adolescente que está ante la muerte, ya sea la propia o la de un ser querido? La honestidad siempre será el mejor inicio posible, no intentar ocultarle las cosas y permitirle participar de la información y de las decisiones, permitir igualmente las expresiones de las emociones sin juzgarlo ni intentar inhibirlo, hacerle saber que la expresión del dolor no es una debilidad, aunque físicamente pueda parecer un adulto no lo es.
Reacciones de enojo o aparente indiferencia, hacer alardes de fuerza o madurez son reacciones que con mucha frecuencia podemos ver en un adolescente. No juzgarlos o reprenderlos por no tener la reacción que la familia esperaría es una manera de hacerle saber que se le comprende. El adolescente igual que otros miembros de la familia puede y debe recibir condolencias y no una lista de deberes. Se recomienda no pedir al adolescente actuar como niño o como adulto de acuerdo a la conveniencia de la familia.
En el adolescente el duelo es una etapa adaptativa normal, el proceso de muerte tiene diferentes momentos con diferentes necesidades, un adolescente normal tiene todos los recursos personales para transitar exitosamente por estos procesos, pero igual que en los adultos ambos procesos se pueden complicar, por lo que es necesario estar alerta de posibles datos que salen de lo esperado como fracaso o abandono escolar, uso de alcohol u otras sustancias tóxicas, deterioro de las relaciones con amigos y familiares, ideación suicida, peleas o actividades riesgosas tales como manejar a alta velocidad o portar armas, indiferencia o abandono de actividades habituales.
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