miércoles, 12 de marzo de 2025

Acompañamiento espiritual en el duelo

 




Asistencia: 
363 + 48 
411 asistentes

Estimados miembros y colegas de la Asociación Mexicana de Tanatología (AMTAC),

Es un placer presentar un resumen de nuestra reciente Sesión Académica del mes de marzo, que contó con la destacada participación de la Maestra Angelina del Carmen Pacheco de Barreiro, socia fundadora de la AMT desde 1988 y reconocida experta en tanatología. La maestra Pacheco, con su vasta experiencia clínica y académica, nos guio a través de una profunda reflexión sobre el acompañamiento espiritual en el duelo, resaltando su importancia como una herramienta esencial no solo para nuestra labor tanatológica, sino para la vida misma.

La sesión comenzó con una confrontación de las dos fuerzas fundamentales que rigen nuestra existencia: Tánatos, el impulso hacia la muerte, que se manifiesta en la violencia, la injusticia y el sentimiento de miedo o inseguridad en nuestra "cultura de muerte", y Eros, el impulso hacia la vida, que nos dirige hacia el crecimiento, la fortaleza y la esperanza. En este contexto, la maestra Pacheco hizo referencia a la encíclica "Dilexit nos" del Papa Francisco, donde se describe un "mundo líquido y fragmentado". En este mundo, el individualismo y el consumismo deshumanizan a las personas, amenazando la unidad y el sentido.

Frente a esta realidad, la invitación central de la ponencia fue "volver al corazón como fuente de unidad y sentido". El corazón es presentado como el centro de las emociones, el afecto y el amor; un templo interior donde reside la intuición y la sabiduría; y el lugar donde emociones, pensamientos y sentimientos se unen, impulsándonos hacia la vida. La Maestra Pacheco citó al filósofo Lin Yutan, quien dijo: "Hay dos maneras de difundir la luz: ser la lámpara que la emite o el espejo que la refleja", un principio que resuena profundamente en el quehacer tanatológico.

El duelo, un tema central en tanatología, fue abordado desde la perspectiva de que "las pérdidas son un tema cotidiano" y que la tanatología persigue "construir la luz desde la pérdida". Se recordó la definición de Bowlby sobre el duelo como procesos psicológicos conscientes e inconscientes, a los cuales la ponente añadió la dimensión de los procesos espirituales. Las tareas del duelo de Worden (aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones y el dolor, adaptarse a un medio sin el ser querido, recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo) fueron mencionadas como un camino hacia la aceptación.

Un punto crucial fue el papel del profesional en tanatología. La capacidad de sanar del paciente depende en gran medida de la madurez y experiencia del tanatólogo. Se enfatizó la necesidad de que los profesionales cuenten con un proceso psicoterapéutico propio y supervisión, ya que "nadie puede acompañar a otro más allá de donde uno mismo ha llegado" y es fundamental tener elaboradas las propias pérdidas para no proyectar en el paciente.

El acompañamiento espiritual se define por la constancia y presencia del tanatólogo, la sintonía con el sufrimiento del paciente, la empatía y la compasión, reconociendo la vulnerabilidad compartida. Implica alinearse con la experiencia de vida del paciente, pues "nadie sabe más del paciente que él mismo". La energía vital, la paz interior y la comprensión espiritual son elementos clave a observar en el paciente y en uno mismo.

La espiritualidad fue definida etimológicamente desde el latín spiritus (aliento, respiro) y el griego pneuma (aliento vital), entendiéndola como energía, dinamismo e impulso de vida que nos mueve a seguir adelante, a construir significados y a ascender en todas direcciones. Se trata de un "encuentro personal" (conmigo y contigo) que abre todas las posibilidades para resolver el duelo, viendo la historia completa. Es un "terreno espiritual" intrínseco y dinámico de la humanidad, que constituye el hilo conductor y eje integrador de nuestro ser, influyendo en nuestro pensar, sentir, relacionarnos y actuar. La espiritualidad se expresa a través de creencias, valores, tradiciones y prácticas, incluyendo rituales que "liberan el alma y acarician el corazón para curar heridas".

Gracias a la espiritualidad, el proceso de duelo puede vivirse "con el menor dolor posible y en el menor tiempo posible", ya que "la espiritualidad cambia la realidad". A menudo, "toda pérdida trae una ganancia mayor", una perspectiva que se revela al integrar la pérdida en la historia vital completa del individuo. La espiritualidad también nos conecta con la naturaleza, con lo significativo y lo sagrado, y con un Dios personal para quienes lo tienen.

El cuidado espiritual es, según Pablo de Ors, "atención y amor", un "cultivo de la mirada al yo y al tú". Donde se pone la atención, se pone la energía. La espiritualidad se manifiesta en conductas concretas que dan frutos de armonía y compasión, iluminando la vida y dándole dirección. Es un cultivo inherente al ser humano que necesita ser cuidado y honrado, aunque la Maestra Pacheco reconoció los retos de trabajar con pacientes con condiciones que dificultan este equilibrio y conciencia.

Para los profesionales, la transformación "de adentro hacia afuera" es vital, mediante el estudio, la terapia personal, la supervisión y la búsqueda de recursos que brinden energía vital (como el arte, la música, la lectura, la naturaleza, el descanso y el ejercicio). El tanatólogo es un facilitador de este proceso, con un compromiso profesional de confidencialidad, respeto y creencia en el paciente.

La Maestra Pacheco enfatizó que la tanatología es una "misión" que tiene un "valor de trascendencia". Es una "profesión áspera, pero siempre un privilegio y una fuente de profunda satisfacción y aprendizaje". Su misión es propiciar una "cultura de la vida", ofrecer atención integral (biológica, psicológica, social y espiritual), y buscar una "buena muerte" con aceptación, dignidad y paz. Se resaltó que "la vida no se acaba, solo se transforma por la muerte", y el dolor se transforma, permitiendo al individuo "salir engrandecido" y construir un significado personal al duelo.

Durante la sección de preguntas y comentarios, varios participantes compartieron sus valiosas experiencias:

  • La Dra. Cesi Quiroga, desde cuidados intensivos y paliativos, destacó cómo la fe y la lectura de autores como Jorge Fuentes Aguilar han brindado paz a sus pacientes, confirmando que "el dolor con amor sana". Compartió una emotiva anécdota de conexión con el hijo de una paciente, sintiendo que su labor es de calidez humana.
  • Luz Álvarez, quien trabaja en cuidados intensivos neonatales y pediátricos, hizo eco de la frase "de lo que rebosa el corazón están matizados nuestros pensamientos, palabras y actos", y cómo esto se traduce en la cercanía o distancia con las personas que atienden.
  • El Dr. Vertis expresó su preocupación por la falta de espiritualidad en los profesionales de la salud en el ámbito institucional, subrayando la necesidad de debatir y mejorar este aspecto, enseñando a los médicos que "no pasa nada si sienten".
  • Myriam O reforzó la idea de que la tanatología va más allá de la muerte (aplicable a pérdidas como la visión) y que la espiritualidad es un fundamento esencial de nuestro actuar para que los pacientes descubran un camino y sentido.
  • Fer (Viviana) compartió su sentir de que la espiritualidad nace al "atreverse a navegar por esas aguas profundas" de nuestros sentimientos y nuestra propia historia, incluso en las "muertes chiquitas" de la vida, lo que fortalece el espíritu y nos impulsa a cumplir nuestra misión.
  • Ernestina García relató cómo su fe, combinada con la tanatología, le ha permitido acompañar a personas en su duelo, mostrándoles "ese amor y ese dolor", siendo una presencia que ama y que acompaña, incluso en el silencio, llevando a las personas a partir en paz.

Finalmente, la sesión concluyó con la certeza de que "la vida no se destruye con la muerte", y que en el acto de acompañar al que sufre, "Dios está entre los dos y los dos quedan transformados en esa relación", haciendo de los pacientes "nuestros grandes y mejores maestros".

Agradecemos profundamente a la Maestra Angelina del Carmen Pacheco de Barreiro por su invaluable sabiduría y por inspirarnos a seguir cultivando nuestra propia espiritualidad para ofrecer un acompañamiento más auténtico y transformador.

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