sábado, 29 de marzo de 2025

CFCT | APRENDIENDO Y DESARROLLANDO MI SER COMPASIVO


💯Curso de Formación Continua en Tanatología
▶Tema: APRENDIENDO Y DESARROLLANDO MI SER COMPASIVO 🦋
👩‍🏫Impartido por el: Dr. Felipe Martínez Arronte
📅Fecha: Sábado 26 de abril de 2025
⏰Horarios: De: 9:00 a 14:00 Hrs.
💻Modalidad: En vivo por ZOOM
💲Cuota de Recuperación: $300 MXN
📑 Incluye constancia digital.

👩‍👩‍👧‍👧DIRIGIDO A: Todas las personas (familiares y cuidadores), tanatólogos y profesionales de la salud.

🎯 OBJETIVOS:

Identificar la Compasión como una herramienta que prepara para la propia muerte y la de quien se acompaña.
Reconocer la Compasión como esencial para acompañar en el sufrimiento.

📑 PROGRAMA PRELIMINAR:

9:00 Introducción al tema. Conceptos.
9:30 Componentes de la Compasión:
▫ Percepción del sufrimiento
▫ Resonancia empática
▫ Motivación compasiva
▫ Desgaste empático
▫ Satisfacción compasiva
▫ Dinámica: Acción compasiva
11:30 Receso
12:00 Los flujos de la Compasión:
▫ Autocompasión
▫ Dinámica
▫ Conclusiones
14:00 Finaliza.

> Mayores informes e inscripciones:
👉 http://bit.ly/cfctana

74 asistentes


Reseña del Curso: "Aprendiendo y Desarrollando mi Ser Compasivo"

Introducción: La Asociación Mexicana de Tanatología, A.C., se complace en presentar una reseña del curso de formación continua "Aprendiendo y Desarrollando mi Ser Compasivo", impartido por el Dr. Felipe Martínez Arronte, presidente de nuestra asociación. Este curso es fundamental en el campo de la tanatología, pues busca abordar la importancia de la compasión en el acompañamiento del sufrimiento, un aspecto crucial en el proceso del morir. Dirigido a un público diverso que incluye profesionales de la salud, voluntarios y familiares cuidadores, el programa resalta que la compasión, reconocida como una cualidad distintiva de la mente humana desde hace más de 3000 años, ha recibido una atención renovada en las últimas tres décadas por su profundo impacto en el bienestar mental y social.

Contenido del curso: El Dr. Martínez Arronte guía a los participantes a través de un profundo análisis de la compasión, definiéndola como una destreza que puede potencializarse con dedicación y práctica, comparable al arte de tocar un instrumento musical. Se explora una definición clave: la compasión es la sensibilidad al sufrimiento propio y de los demás, unida a la motivación de aliviarlo y prevenirlo. A lo largo del curso, se enfatiza la distinción entre la amabilidad, considerada un paso inicial y superficial, y la compasión, que implica una profundidad mayor.

El programa se estructura en torno a los tres componentes esenciales de la compasión, basados en el modelo de Paul Gilbert y otros autores:

  • Percepción del sufrimiento: Este primer paso crucial implica darse cuenta de que el sufrimiento está presente y desarrollar una atención plena a la experiencia interna y a la interacción con los demás.
  • Resonancia empática: Se refiere a ser "tocado por el sufrimiento que percibimos". El curso subraya que la empatía no es innata, sino una habilidad que se aprende y se desarrolla con esfuerzo, implicando el involucramiento con el otro sin caer en el sobreinvolucramiento. Se identifica la indiferencia como el mayor obstáculo a la compasión, alimentada por la deshumanización y la "callosidad del corazón". Un aspecto fundamental para superar esto es el reconocimiento de nuestra humanidad compartida.
  • Motivación compasiva: Es el deseo genuino de aportar alivio al sufrimiento que se ha percibido y con el cual se ha resonado. Este componente se divide en la intención (el deseo de que el sufrimiento cese) y la determinación de actuar (hacer algo al respecto). El curso recalca que no actuar sobre la intención puede llevar a la frustración e impotencia.

Adicionalmente, el curso introduce la bondad como un acto de generosidad que se ofrece sin esperar nada a cambio, considerándola una "bondad básica" más profunda que la amabilidad. Se exploran los pilares de la espiritualidad, destacando las conexiones con uno mismo, el entorno, otras personas y la naturaleza, y cómo la compasión ayuda a desarrollar felicidad y significado.

Metodología: La metodología del curso es altamente interactiva y vivencial, comenzando con preguntas de reflexión personal para que los participantes exploren sus propias experiencias de acompañamiento en el sufrimiento. Se fomenta activamente el desarrollo de una "mente compasiva", que orienta motivos, emociones y pensamientos hacia el bienestar propio y ajeno.

Un pilar metodológico es la práctica de la meditación y el mindfulness (atención plena). Se enseña cómo aquietar la mente y cómo esta práctica es esencial para afinar la atención al sufrimiento y estar plenamente presente. Aunque el mindfulness no genera compasión por sí mismo, es un componente necesario que facilita la conexión con la realidad del sufrimiento.

El curso invita a los participantes a la cultivación intencional y explícita de la compasión a través de la elección y práctica diaria de una acción compasiva durante una semana, promoviendo la autoevaluación. Se profundiza en los "tres flujos de la compasión": ofrecer compasión a otros, recibir compasión de otros y ofrecer compasión a uno mismo. La metodología busca que los participantes identifiquen y equilibren estos flujos, reconociendo la importancia del autocuidado y la autocompasión para prevenir el agotamiento.

Beneficios: La participación en el curso "Aprendiendo y Desarrollando mi Ser Compasivo" ofrece una amplia gama de beneficios para los asistentes, impactando tanto a quienes brindan el acompañamiento como a quienes lo reciben:

  • Mejora integral del bienestar: La compasión genera un efecto positivo en el cuerpo y la mente, mejorando el estado de ánimo y la autoestima, aliviando la ansiedad y el estrés, y fortaleciendo el sistema inmunológico.
  • Satisfacción compasiva: Las conductas compasivas activan los circuitos del placer en el cerebro, lo que se ha denominado "satisfacción compasiva" o el "brillo cálido de la compasión".
  • Desarrollo de actitudes constructivas: Se fomenta la generación de estados mentales como el coraje compasivo, que empodera a los individuos para actuar en beneficio del alivio del sufrimiento, tanto físico como emocional, en los demás.
  • Resiliencia y prevención del agotamiento: El cultivo de la compasión actúa como un escudo protector frente a la fatiga empática y el burnout, convirtiéndose en un factor de resiliencia en el acompañamiento.
  • Fortalecimiento del autocuidado: Se promueve la autocompasión, la capacidad de relacionarse con el propio sufrimiento con empatía y cuidado, lo cual es fundamental para poder ofrecer un acompañamiento sostenible a los demás.
  • Creación de culturas compasivas: Al fluir la compasión en sus tres direcciones (hacia otros, de otros y hacia uno mismo), se contribuye a la construcción de culturas y microculturas más compasivas y seguras.

Conclusión: El curso "Aprendiendo y Desarrollando mi Ser Compasivo" es una aportación invaluable para quienes transitan el complejo camino de la tanatología y el acompañamiento humano. Al proporcionar un marco conceptual sólido y herramientas prácticas para cultivar la compasión de manera intencional, el Dr. Martínez Arronte y la Asociación Mexicana de Tanatología, A.C., nos invitan a reflexionar sobre la importancia de nuestra propia vulnerabilidad y la de los demás. La meta es clara: transformar aquello que es difícil en algo significativo a través de acciones compasivas, ya sean grandes o pequeños gestos cotidianos. Al enfatizar que "la compasión nos hace bien" a quien la recibe y a quien la da, y al recordar el legado de figuras como Dame Cicely Saunders, quien afirmó que "tu vida cuenta, tu vida vale hasta el último segundo", el curso impulsa a los participantes a "hacer viral la compasión" y a edificar un mundo donde la paz, la calma y la conexión prevalezcan, incluso ante el sufrimiento.

 

miércoles, 12 de marzo de 2025

Sesión Académica: El bebé que ame y no pude arrullar

 


194 asistentes en Zoom + 41 en Facebook

La reciente sesión académica de la Asociación Mexicana de Tanatología abordó el complejo y sensible tema del duelo por la pérdida de un bebé, especialmente en el contexto del aborto. La ponencia destacó la grandeza, pureza y belleza de los bebés, considerándolos "mensajeros y testigos" que enseñan paz, ternura y sencillez, así como orden y disciplina. Subrayó que el deseo profundo de los padres es arrullar, acariciar y sentir a su bebé, y que esta experiencia, aunque exigente, se disfruta y compensa los esfuerzos.

La sesión enfatizó que la intensidad del dolor y el grado de duelo por la pérdida de un bebé siempre estarán en función del apego, el amor y el deseo que se tenía por él, incluso desde antes de la concepción. Un aborto es descrito como un golpe emocional formidable que deja en la mujer una profunda sensación de vacío, tanto físico como emocional, alterando su identidad.

Se señalaron diversos factores y circunstancias que pueden intensificar el dolor del aborto, convirtiendo la herida en algo multidimensional que afecta la mente y el corazón:

  • Violencia intrafamiliar: Vivir en un ambiente de golpes, gritos y amenazas.
  • Críticas y culpas externas: La mujer embarazada es señalada o criticada, y si sufre un aborto, la culpan por no haberse cuidado o por haber tomado decisiones "incorrectas".
  • Esperas prolongadas y errores médicos en hospitales: Largas esperas, diagnósticos erróneos, mal manejo hospitalario o falta de tacto por parte del personal médico.
  • Infidelidad de la pareja: La situación se agrava si la pareja es infiel durante el embarazo.
  • Muerte fetal intrauterina: Inducir el parto de un bebé que ya ha fallecido, especialmente si el embarazo estaba avanzado (6 a 9 meses), es extremadamente doloroso.
  • Ambientes hospitalarios insensibles: Alojar a mujeres que han abortado junto con madres que acaban de dar a luz y están amamantando a sus bebés sanos, lo cual se convierte en una "sala de tortura".
  • Abuso sexual en el hospital: Casos de abuso a mujeres anestesiadas o inconscientes.
  • Pérdida de uno o ambos gemelos: En embarazos múltiples, la pérdida de uno o de ambos bebés en diferentes etapas del embarazo.
  • Falta de ritos funerarios o acceso a los restos: No poder realizar honras fúnebres o no tener acceso al cuerpo del bebé, especialmente si es un embrión pequeño que a menudo es tratado como "desecho patológico". Se subrayó que el derecho a exigir los restos fetales es un desafío por cuestiones legales y políticas hospitalarias.
  • Intentos malinterpretados de ayuda por parte de la familia: Ocultar o retirar objetos del bebé (muebles, ropa, juguetes) de la habitación para "evitar el dolor", lo cual es un grave error que complica y "atora" el duelo.
  • Embarazos adolescentes: Reacciones negativas de la familia (rechazo, golpes, abandono), rechazo de compañeros, abandono de estudios o trabajo, y pensamientos suicidas, especialmente si hay violencia intrafamiliar, drogas o alcoholismo.
  • Falta de empatía y apoyo del entorno: La ausencia de conexión, comprensión, cariño y lágrimas compartidas por parte de familiares y amigos, lo que a menudo lleva a los padres a vivir el duelo en soledad.
  • Pareja no empática: Cuando el padre del bebé no brinda apoyo emocional, se enfoca solo en trámites y huye, esto agrava el sufrimiento de la mujer.
  • Abortos anteriores: Tener abortos previos intensifica la propensión a un síndrome post-aborto más fuerte y prolongado, convirtiéndose en "un trauma sobre trauma".

El concepto de Síndrome Post-Aborto fue mencionado, aunque no es reconocido por todos, incluso en manuales psiquiátricos como el DSM-5, debido a consideraciones "políticamente correctas". Sin embargo, la realidad muestra que genera profundo dolor y duelo.

Los síntomas emocionales y psicológicos que pueden presentarse incluyen: angustia, estrés, culpa (verdadera y falsa), insomnio, calambres, sangrados, miedo, pesadillas, vergüenza, fatiga, dolores de cabeza, tristeza, ansiedad y pensamientos suicidas. A nivel cognitivo, puede haber shock, fallas de memoria, dificultad para concentrarse y recuerdos frecuentes, intrusivos e involuntarios (flashbacks) que se disparan por conectores como ver una bata blanca, oler alcohol o escuchar el llanto de un bebé. Muchas mujeres que abortan no toleran oír bebés llorar o reír, ni interactuar con bebés sanos.

Se señalaron los derechos de la mujer y el padre que han sufrido un aborto: expresar su dolor, compartirlo, conocer las consecuencias médicas del aborto, decidir qué hacer con las pertenencias del bebé o sus restos (si están disponibles), sonreír y recordarlo en fechas especiales, tener momentos de intimidad para compartir el dolor, darle un nombre al bebé, y darle sepultura o cremación.

En cuanto a las estrategias para sanar y transitar el duelo, se propusieron diversas tareas y rituales:

  • Empatía, amor y comprensión: Estar presente, en silencio, y ofrecer apoyo incondicional. Las lágrimas son vistas como una expresión de amor y una medicina para el corazón herido.
  • Rituales de despedida: Desde ceremonias con globos, vestirse de blanco, sembrar flores o un árbol, hasta poner una placa conmemorativa.
  • Atención al duelo de hermanos y abuelos: Es crucial cuidar cómo se atiende el duelo de los hermanos del bebé fallecido, quienes también experimentan apego e ilusión. Se sugieren actividades como hacer cartas, dibujos, pinturas, o entregar regalos a otros bebés en nombre del que partió.
  • Nombrar al bebé: Ponerle un nombre al bebé, incluso si fue un embrión de pocas semanas, ayuda a los padres a reconocerse como madre y padre y a transitar mejor el duelo.
  • Expresión creativa: Escribir cartas y dibujos al bebé, componer y cantar arrullos, y acunar simbólicamente al bebé.
  • Creación de documentos conmemorativos: Elaborar "certificados de vida" y "certificados de angelito" con diseños creativos y detalles familiares para honrar la existencia del bebé.
  • Diario del bebé y álbum de recuerdos: Expresar amor y recuerdos del embarazo, o crear un álbum con fotos de ropita o ultrasonidos. Es fundamental respetar si los padres no desean realizar estas actividades.
  • Conexión espiritual: Para quienes tienen fe, la creencia en el cielo o en un creador puede ser un gran consuelo, respetando los tiempos y creencias de cada persona.
  • Intimidad de pareja: Crear espacios de recogimiento, amor, caricias, llanto, silencio y descanso para la pareja, fomentando una comunicación empática y la expresión libre de emociones.
  • El ritual del "lavado de pies": Un acto simbólico de profundo amor, respeto y desagravio, donde un familiar o la pareja puede lavar los pies de la mujer, pidiendo perdón por los agravios sufridos (maltrato hospitalario, diagnósticos erróneos, abuso, o cualquier situación que haya intensificado el dolor). Este acto puede restaurar relaciones y sanar heridas profundas.
  • Trabajar el autoperdón: Es fundamental que la mujer y el hombre trabajen el autoperdón, especialmente si sienten culpa por acciones pasadas (conductas de riesgo, rechazo inicial del embarazo o sexo del bebé).
  • Participar en grupos de autoayuda: Encontrar consuelo y validación al compartir experiencias con personas que han vivido duelos similares.
  • Reconexión con el bebé: Realizar rituales que permitan una reconexión emocional y espiritual con el bebé.
  • Apoyar a otras mujeres: Canalizar el propio duelo hacia el amor y la misericordia, ayudando a otras mujeres que han perdido bebés, es una formidable medicina para sanar.
  • Escuchar sin juzgar: Validar las emociones de la mujer y apoyarla en sus tareas cotidianas.

El ponente también destacó que los abortos provocados, a menudo, también generan duelos muy fuertes y profundos, incluso en países desarrollados, y están asociados a casos de suicidio, drogadicción y problemas de salud mental. Se hizo un llamado a ser pacientes, amorosos y misericordiosos con estas mujeres, reconociendo que pudieron haber tomado la decisión por miedo, confusión, presión o desinformación.

Durante la sesión de preguntas y respuestas, se reforzaron varios puntos importantes:

  • La preocupación por la legalización del aborto y sus graves consecuencias psicopatológicas para las mujeres, parejas y familias, resaltando la necesidad de reconocer que un aborto es "sinónimo de asesinato". Se expresó preocupación por la expansión de estas leyes y la falta de consideración del impacto emocional.
  • La necesidad de educación psicoeducativa y sexual basada en la verdad, mostrando la realidad del aborto (imágenes de procedimientos) y los descubrimientos médicos sobre el desarrollo del embrión y su ADN único, para que los jóvenes tomen decisiones informadas.
  • Testimonios de mujeres que, incluso habiendo abortado por decisión propia, terminan atormentadas por la culpa y el dolor años después, llegando al mismo punto de sufrimiento que aquellas que lo sufrieron involuntariamente. Esto subraya la universalidad del dolor del aborto, independientemente de la causa.
  • Experiencias personales dolorosas de negligencia médica y falta de empatía en hospitales, donde el personal minimiza la importancia del bebé para la madre, incluso después de un parto complicado.
  • La idea de que el feminismo y sus ideales pueden generar un "duelo desautorizado" al no permitir a las mujeres expresar libremente el dolor o la culpa que sienten después de un aborto voluntario.
  • La necesidad de humanizar el tema del aborto, trabajando con el dolor presente desde la compasión y la empatía, sin juicio, y buscando ayudar y acompañar a las personas en sus procesos, independientemente de las circunstancias que llevaron a la decisión.
  • La dificultad de difundir información que contravenga las narrativas dominantes en redes sociales.

En resumen, la sesión fue un llamado a la empatía, la comprensión profunda y el acompañamiento amoroso para las personas que experimentan el duelo por la pérdida de un bebé, reconociendo la magnitud del dolor y la necesidad de herramientas que promuevan la sanación, incluso en los casos de abortos voluntarios.


Acompañamiento espiritual en el duelo

 




Asistencia: 
363 + 48 
411 asistentes

Estimados miembros y colegas de la Asociación Mexicana de Tanatología (AMTAC),

Es un placer presentar un resumen de nuestra reciente Sesión Académica del mes de marzo, que contó con la destacada participación de la Maestra Angelina del Carmen Pacheco de Barreiro, socia fundadora de la AMT desde 1988 y reconocida experta en tanatología. La maestra Pacheco, con su vasta experiencia clínica y académica, nos guio a través de una profunda reflexión sobre el acompañamiento espiritual en el duelo, resaltando su importancia como una herramienta esencial no solo para nuestra labor tanatológica, sino para la vida misma.

La sesión comenzó con una confrontación de las dos fuerzas fundamentales que rigen nuestra existencia: Tánatos, el impulso hacia la muerte, que se manifiesta en la violencia, la injusticia y el sentimiento de miedo o inseguridad en nuestra "cultura de muerte", y Eros, el impulso hacia la vida, que nos dirige hacia el crecimiento, la fortaleza y la esperanza. En este contexto, la maestra Pacheco hizo referencia a la encíclica "Dilexit nos" del Papa Francisco, donde se describe un "mundo líquido y fragmentado". En este mundo, el individualismo y el consumismo deshumanizan a las personas, amenazando la unidad y el sentido.

Frente a esta realidad, la invitación central de la ponencia fue "volver al corazón como fuente de unidad y sentido". El corazón es presentado como el centro de las emociones, el afecto y el amor; un templo interior donde reside la intuición y la sabiduría; y el lugar donde emociones, pensamientos y sentimientos se unen, impulsándonos hacia la vida. La Maestra Pacheco citó al filósofo Lin Yutan, quien dijo: "Hay dos maneras de difundir la luz: ser la lámpara que la emite o el espejo que la refleja", un principio que resuena profundamente en el quehacer tanatológico.

El duelo, un tema central en tanatología, fue abordado desde la perspectiva de que "las pérdidas son un tema cotidiano" y que la tanatología persigue "construir la luz desde la pérdida". Se recordó la definición de Bowlby sobre el duelo como procesos psicológicos conscientes e inconscientes, a los cuales la ponente añadió la dimensión de los procesos espirituales. Las tareas del duelo de Worden (aceptar la realidad de la pérdida, trabajar las emociones y el dolor, adaptarse a un medio sin el ser querido, recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo) fueron mencionadas como un camino hacia la aceptación.

Un punto crucial fue el papel del profesional en tanatología. La capacidad de sanar del paciente depende en gran medida de la madurez y experiencia del tanatólogo. Se enfatizó la necesidad de que los profesionales cuenten con un proceso psicoterapéutico propio y supervisión, ya que "nadie puede acompañar a otro más allá de donde uno mismo ha llegado" y es fundamental tener elaboradas las propias pérdidas para no proyectar en el paciente.

El acompañamiento espiritual se define por la constancia y presencia del tanatólogo, la sintonía con el sufrimiento del paciente, la empatía y la compasión, reconociendo la vulnerabilidad compartida. Implica alinearse con la experiencia de vida del paciente, pues "nadie sabe más del paciente que él mismo". La energía vital, la paz interior y la comprensión espiritual son elementos clave a observar en el paciente y en uno mismo.

La espiritualidad fue definida etimológicamente desde el latín spiritus (aliento, respiro) y el griego pneuma (aliento vital), entendiéndola como energía, dinamismo e impulso de vida que nos mueve a seguir adelante, a construir significados y a ascender en todas direcciones. Se trata de un "encuentro personal" (conmigo y contigo) que abre todas las posibilidades para resolver el duelo, viendo la historia completa. Es un "terreno espiritual" intrínseco y dinámico de la humanidad, que constituye el hilo conductor y eje integrador de nuestro ser, influyendo en nuestro pensar, sentir, relacionarnos y actuar. La espiritualidad se expresa a través de creencias, valores, tradiciones y prácticas, incluyendo rituales que "liberan el alma y acarician el corazón para curar heridas".

Gracias a la espiritualidad, el proceso de duelo puede vivirse "con el menor dolor posible y en el menor tiempo posible", ya que "la espiritualidad cambia la realidad". A menudo, "toda pérdida trae una ganancia mayor", una perspectiva que se revela al integrar la pérdida en la historia vital completa del individuo. La espiritualidad también nos conecta con la naturaleza, con lo significativo y lo sagrado, y con un Dios personal para quienes lo tienen.

El cuidado espiritual es, según Pablo de Ors, "atención y amor", un "cultivo de la mirada al yo y al tú". Donde se pone la atención, se pone la energía. La espiritualidad se manifiesta en conductas concretas que dan frutos de armonía y compasión, iluminando la vida y dándole dirección. Es un cultivo inherente al ser humano que necesita ser cuidado y honrado, aunque la Maestra Pacheco reconoció los retos de trabajar con pacientes con condiciones que dificultan este equilibrio y conciencia.

Para los profesionales, la transformación "de adentro hacia afuera" es vital, mediante el estudio, la terapia personal, la supervisión y la búsqueda de recursos que brinden energía vital (como el arte, la música, la lectura, la naturaleza, el descanso y el ejercicio). El tanatólogo es un facilitador de este proceso, con un compromiso profesional de confidencialidad, respeto y creencia en el paciente.

La Maestra Pacheco enfatizó que la tanatología es una "misión" que tiene un "valor de trascendencia". Es una "profesión áspera, pero siempre un privilegio y una fuente de profunda satisfacción y aprendizaje". Su misión es propiciar una "cultura de la vida", ofrecer atención integral (biológica, psicológica, social y espiritual), y buscar una "buena muerte" con aceptación, dignidad y paz. Se resaltó que "la vida no se acaba, solo se transforma por la muerte", y el dolor se transforma, permitiendo al individuo "salir engrandecido" y construir un significado personal al duelo.

Durante la sección de preguntas y comentarios, varios participantes compartieron sus valiosas experiencias:

  • La Dra. Cesi Quiroga, desde cuidados intensivos y paliativos, destacó cómo la fe y la lectura de autores como Jorge Fuentes Aguilar han brindado paz a sus pacientes, confirmando que "el dolor con amor sana". Compartió una emotiva anécdota de conexión con el hijo de una paciente, sintiendo que su labor es de calidez humana.
  • Luz Álvarez, quien trabaja en cuidados intensivos neonatales y pediátricos, hizo eco de la frase "de lo que rebosa el corazón están matizados nuestros pensamientos, palabras y actos", y cómo esto se traduce en la cercanía o distancia con las personas que atienden.
  • El Dr. Vertis expresó su preocupación por la falta de espiritualidad en los profesionales de la salud en el ámbito institucional, subrayando la necesidad de debatir y mejorar este aspecto, enseñando a los médicos que "no pasa nada si sienten".
  • Myriam O reforzó la idea de que la tanatología va más allá de la muerte (aplicable a pérdidas como la visión) y que la espiritualidad es un fundamento esencial de nuestro actuar para que los pacientes descubran un camino y sentido.
  • Fer (Viviana) compartió su sentir de que la espiritualidad nace al "atreverse a navegar por esas aguas profundas" de nuestros sentimientos y nuestra propia historia, incluso en las "muertes chiquitas" de la vida, lo que fortalece el espíritu y nos impulsa a cumplir nuestra misión.
  • Ernestina García relató cómo su fe, combinada con la tanatología, le ha permitido acompañar a personas en su duelo, mostrándoles "ese amor y ese dolor", siendo una presencia que ama y que acompaña, incluso en el silencio, llevando a las personas a partir en paz.

Finalmente, la sesión concluyó con la certeza de que "la vida no se destruye con la muerte", y que en el acto de acompañar al que sufre, "Dios está entre los dos y los dos quedan transformados en esa relación", haciendo de los pacientes "nuestros grandes y mejores maestros".

Agradecemos profundamente a la Maestra Angelina del Carmen Pacheco de Barreiro por su invaluable sabiduría y por inspirarnos a seguir cultivando nuestra propia espiritualidad para ofrecer un acompañamiento más auténtico y transformador.