lunes, 20 de diciembre de 2010

México, ¿morir para renacer?

Por: Mario Zumaya
20 de diciembre de 2010

La Morelia nocturna es, simplemente, bella. Cuesta trabajo creer que en este escenario se haya dado, se dé, tanta violencia.

Cuesta más entender que Michoacán, tan desdichado como rico y hermoso estado, se haya convertido en un territorio permanente más de la guerra calderónica. El dilecto hijo de esta tierra se ha convertido, aquí más que en cualquier otra parte, en el material e ideológico replicante del enano sangriento: Francisco Franco.

Camino frente a la Catedral acompañado de algunos de los participantes del VIII Congreso Nacional de Tanatología: Vida y muerte. Una relación trascendental; como música de fondo esparcida por estupendas bocinas escuchamos a Anne-Sophie Mutter, la maravillosa violinista alemana, quien encabeza aquí el Festival Internacional de Música.

Los contrastes son impresionantes: una atmósfera mágica en la que la muerte violenta acecha. La vida por todas partes y la posibilidad de su abrupto final como parte del daño colateral o fuego cruzado entre ¿buenos y malos ? o, más bien entre malos-malos y malos-menos-malos, porque buenos no hay. Y un grupo de profesionales que atienden el buen morir o, como se anuncia con más precisión en su página web, “la Tanatología es una disciplina científica cuya finalidad principal es curar el dolor de la muerte y el de la desesperanza (yo diría aliviar, ya que el dolor no es una enfermedad sino una reacción emocional normal).

“No se trata, pues, de dar consejos ni consuelo, sino de curar estos dolores que son los más grandes que el ser humano pueda sufrir.

“Ayudar a bien morir será una meta tanatológica cuando la muerte de un paciente está cercana. Por lo mismo, el tanatólogo puede definirse como un especialista en enfermos terminales, pero con finalidades específicas, ya que no se trata de un paliativista, ni de un urgenciólogo, ni de un intensivista, ni de un algólogo (especialista en dolor físico)”.

La presencia de tanto tanatólogo en esta ciudad no deja de ser una metáfora interesante: ¿estaremos aquí y ahora para ayudar a bien morir a esta enferma sociedad que da lugar a tanto crimen?, ¿estaremos aquí para afirmar la vida y entender la muerte como una manera de existir en la mente de los que aún no han muerto?

La sociedad mexicana que hemos conocido y creado los nacidos el siglo pasado está, por fortuna, muriendo. Muere de nuestra corrupción, de nuestra codicia, de estupidez, de ceguera, de mediocridad, de no ser una nación sino un amorfo montón de regionalismos retrógrados y paranoicos, de resentimientos de toda clase, de falta de educación… Y no va a acabar de morir sin terribles dolores, sacudidas y espasmos.

No está muriendo en calma, en paz. Ni lo hará en poco tiempo. Tardará. ¿Una generación? ¿Menos?

Esta inmensa bestia enferma que es nuestra sociedad, no podría estar muriendo si la mayoría de los integrantes del aparato político-empresarial no fueran casos terminales de ignorancia y de un cáncer moral y ético curiosamente contagioso.

Y…¿qué hacer con esta enferma terminal para ayudarle a bien morir? Decirle, todos nosotros y en todos nuestros ámbitos de influencia, la verdad: acabemos con toda esperanza de curación.

Nada de tratamientos heroicos. Sólo la verdad desnuda: Estás muriendo y vivirás sólo en nuestro recuerdo. Aprenderemos de tu vida lo bueno, poco, y lo malo, mayúsculamente grande. No trates de aferrarte a una vida que ha perdido calidad y dignidad, grotescamente maquillada por la televisión y sus esbirros.

Terminemos pues con este autoengaño colectivo: México está muriendo, unámonos para planear el nuevo.

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/51046.html

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