El Diario.
Ciudad Juárez, Chih.
Ernesto Pablo Juárez
Catedrático y Analista de Medios 18-01-2011 00:28
No hace mucho, sugería en mi artículo “Los medios y el suicidio” el que, desde el gobierno, se instrumentara una política pública de asistir a los familiares de quienes han sido privados de la vida de forma violenta, como forma de atender la ingente necesidad de paliar los efectos dañinos del dolor así provocado.
Desconozco si existe algún programa que atienda esta necesidad, desde cualquiera de los tres niveles de gobierno, particularmente en esta ciudad. Pero una organización de la sociedad civil: Centro Familiar para la Integración y el Crecimiento, en las instalaciones del Centro Cultural universitario de la UACJ, llevó al cabo, el domingo pasado, la primera de lo que han llamado Jornadas Tanatológicas, para la atención de las personas que han sufrido la pérdida de algún familiar.
El término tanatología, proviene del griego thanatos (muerte). La llamada ciencia de la muerte, fue acuñada como término, en 1901 por el médico ruso Elías Metchnikoff, Premio Nobel de Medicina, que consideró a la Tanatología como una rama de la medicina forense y todo lo relativo a los cadáveres desde el punto de vista medico-legal. No es sino hasta mediados del siglo pasado, cuando los médicos psiquiatras Eissler (en su obra El Psiquiatra y el Paciente Moribundo ), y Elizabeth Kübler-Ross (en su libro Sobre la Muerte y los Moribundos ) dieron a la tanatología otro enfoque que ha prevalecido en la actualidad, en donde el tanatólogo se especializa en ayudar a aliviar el dolor y la desesperanza que ocasiona la inminencia de la muerte, tanto en quien está a punto de morir; como en los familiares antes y después del suceso.
Así es como el objetivo de los cursos que se imparten en las jornadas, de acuerdo a una de una de las especialistas entrevistadas por Guadalupe Félix (El Diario, 15 de enero), es compartir técnicas que ayuden a las personas a vivir su duelo y a asesorar a otros especialistas. Teniendo en mente “que al ser ciudad Juárez una de las localidades más violentas del mundo, es urgente que la población cuente con los conocimientos necesarios para ayudar a personas que pierden a un ser querido principalmente por muerte violenta o suicidio”.
En la nota se da cuenta que en los últimos tres años, más de ocho mil familias han perdido a un ser querido de manera intempestiva. Lo que explica que “el 98 por ciento de quienes solicitan ayuda lo hacen debido a que han sufrido la muerte violenta de un familiar” explican las entrevistadas de esta asociación civil.
En los más de diecisiete meses que tienen trabajando, la organización reporta haber atendido alrededor de 6oo personas, que en su mayoría han perdido a un familiar como producto de la debacle que vivimos los juarenses. En ese lapso, se han capacitado a cerca de 40 tanatólogos. Llama la atención que la gran mayoría no sólo son voluntarios, sino que algunos de ellos se han integrado a esta labor después de haber vivido en carne propia la muerte de un ser querido por causas violentas. No obstante, hacen el llamado para que más personas se integren a esta actividad, especialmente a los maestros frente a grupo.
No pocos profesores y profesoras han tenido la experiencia de verse confrontados con la muerte repentina de algún alumno o familiar cercano a ellos. El grado de afectación en el trabajo de aula es altamente disruptor. En lo personal, he vivido la imposibilidad de lograr el grado de concentración requerido para el proceso de enseñaza-aprendizaje, incluso días después de haberse presentado el evento pues la presencia de la muerte, –realidad última de cualquier ser viviente– impacta sobremanera, cuestionando toda nuestra cotidianidad.
Es importante tomar en cuenta lo que una de las especialistas entrevistadas insistía: “independientemente de la forma en que se manifiesta la muerte, el dolor que sufren los familiares es el mismo y requiere de ayuda (…) el problema se incrementa, por ejemplo, cuando un hijo se suicida, los padres corren el riesgo de divorciarse (…) el duelo por suicidio es el más difícil de sobrellevar, ya que generalmente surge la culpa y el resentimiento entre las personas que viven el luto.”
Es encomiable lo que hacen especialistas y voluntarios de la organización Centro Familiar para la Integración y el Crecimiento, aun más cuando han emprendido 80 talleres de este tipo en las parroquias de la ciudad. Usted puede informarse a este respecto en el 618 80 96.
Le dejo una reflexión. Víctor Frankl, un médico judío que vivió cada día -encarando a la muerte- junto a sus compañeros en un campo de concentración nazi, acuñó una frase en su obra “El Hombre en Busca del Sentido”, que quizá explique cómo es que algunos juarenses voluntarios, que han perdido a sus seres queridos, encuentran sentido a sus vidas al ayudar a otros a superar el sufrimiento que deja la muerte: “Cuando se tiene un porqué, se soporta cualquier cómo”.
http://www.diario.com.mx/notas.php?f=2011/01/18&id=7fbddb726f531dadefaeb367e9a8b8bf
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